Breves historias del cuerpo (II)
Resumen
En un número anterior de esta revista(1) abordé algunas aristas, miradas y exploraciones del cuerpo, ese cuerpo que es materia y objeto de estudio de la medicina somática, o sea, de la forma de medicina que continúa siendo incuestionablemente hegemónica en el mundo occidental. Sostenía allí que además del enfoque médico, el análisis de lo corporal admitía otras perspectivas olvidadas por la medicina clásica. El cuerpo es protoplasma organizado, escenario de la batalla ocasional y, al mismo tiempo, siempre potencial y latente contra la patología; el cuerpo se expresa en estado de salud y cuando sobreviene una enfermedad a través de síntomas y signos más o menos claros, pero es, además, símbolo y seña de identidad de un sujeto, ropaje y frontera de la intimidad. Concentra en su espesor, simultáneamente, la química y física de la vida y una infinita semiótica antropológica(2).